Las secuelas emocionales que pueden dejar en nosotros las heridas de la infancia van desde la dependencia emocional, la rigidez, el miedo a ser rechazados, humillados o hasta pensar que todo el mundo está en nuestra contra.
Lamentablemente cuando somos niños, somos incapaces de procesar emocionalmente estas situaciones, lo hacemos de la mano de nuestros pobres y en muchas ocasiones ellos no contaban con las herramientas emocionales que les ayudaran a mostrarnos un camino válido, compasivo y respetuoso.
Aunque no podemos cambiar nuestro pasado, si podemos modificar la manera en que lo procesamos.
En este taller en línea aprenderás a: